¿Y la seguridad pública?, ¿Y el alcalde?

Evasivo, desaparecido, hundido en lo que parece ser el ahora pavor en el cargo que ostenta en base a una tragedia social en la ciudad que no gobierna, Gustavo Alarcón Herrera tiene preguntas que resolver en el tema de la seguridad pública, un gran pendiente gubernamental que, por supuesto porque este evidente, no se está atendiendo en el actual gobierno municipal, hundido en absolutamente todos los rubros pero la situación es más alarmante en materia de pacificación y tranquilidad, que no las hay.

Hay, se reitera, preguntas sin respuestas que persisten, en gran parte por el ocultamiento en que se mantiene el alcalde sustituto, por ejemplo por qué no se vieron elementos de la Policía Preventiva la noche del 24 de diciembre, resguardando el inicio del recorrido del Teopancalaquis que iría a encabezar el presidente del Patronato de la Feria, Martín Roberto Ramírez; o qué ha hecho el gobierno actual, el del médico ya mucho menos estimado por la gente, para ir dando seguimiento a las investigaciones que deberían de estarse implementando todavía en los casos todavía impunes, como los asesinatos del alcalde electo Alejandro Arcos y del propio presidente del Patronato, así como de su colaborador José Vidal. Por supuesto, dar seguimiento y esclarecer los hechos no son para nada de competencia de la administración, pero Gustavo Alarcón ha ‘olvidado’ esas tragedias y precisamente por eso se advierte a una autoridad timorata, sumisa, se reitera que sumida en el pavor, que prefiere no hablar de ciertos temas y, si se pueden borrar de espacios públicos, mejor para él; ahí están de ejemplo los mensajes ciudadanos borrados de las letras “Chilpancingo” en la plaza cívica, y la evasión a toda costa de esos casos en las poquísimas veces que habla ante la prensa, que por cierto también ha preferido ‘evitarle’ esos casos al alcalde.

La seguridad pública en Chilpancingo, ahora con Gustavo Alarcón, continúa hecha pedazos y de nuevo, este lunes, quedó demostrado con el robo a motocicleta casi en el centro de la ciudad, en el día, y el posterior ataque a balazos a un negocio taller en la colonia Indeco; antes, trascendió el cierre de un establecimiento de comida en el centro capitalino por presunta extorsión, mientras Gustavo Alarcón ni aparece en público y menos ha dado a conocer qué hace su nivel de gobierno en materia de prevención del delito, equipamiento a la Policía Preventiva –‘desaparecida’ la noche del 24 durante el Teopancalaquis- y en reparación, mejoramiento o aumento de las cámaras de videovigilancia en la vía pública, otro tema este que se ha mantenido en completo olvido desde los pasados gobiernos de la capital.

Sólo evadirse y callarse, como ha sido una constante del presidente municipal actual, el rebasado, el desde ya intrascendente, el llegado a la silla edilicia en base a una muerte que, tal vez en un caso asociado, fue causa también del fallecimiento del padre de Alejandro Arcos; muchas preguntas qué contestar tiene Gustavo Alarcón, hoy en su burbujita de cristal haciendo como que gobierna y como que no hay tragedias de las que tiene que hablar, simplemente porque mucho de la descomposición social en Chilpancingo dio pie a que ahora esté en el cargo que desde hace años había buscado, un cargo que claramente le ha quedado grande, que desde ya lo ha evidenciado como un chilpancingueño indigno, además de impopular. De inmediato se ubicó en su lugar en la historia.

 

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