Transportes y la necesaria transformación

En otro fin de semana de rumores y psicosis propagadas desde el anonimato, sobre todo desde las redes sociales –una constante desde que asumió el gobierno municipal morenista actual, impune todavía a pesar de pruebas de probables narcovíncuos-, la ciudadanía en Chilpancingo tiene razones sobradas para creer que desde este lunes se verá retomada su cotidianidad, la que se vio trastocada por esta segunda jornada de atentados al sector transportista, otra constante también desde que se salió a la luz el recordatorio de un grupo del crimen organizado a esta administración capitalina, se insiste que con altos funcionarios todavía sin consecuencias de sus actos.

También hay que señalarlo: otro sector todavía sin consecuencia de sus actos es el transportista, y no se puede hablar de todo el sector, sino de algunos grupos con décadas manejando a su antojo la movilidad diaria y la capacidad de movilización de acuerdo siempre a sus intereses, que por supuesto no son los mismos que los de la población, que ya es hora de que merezca un sector mayormente vigilado, depurado, dignificado, que debe pasar por un proceso de limpia que, hoy más que nunca, se advierte como urgente.

Hay que tener en cuenta la serie de revelaciones hechas por el propio secretario general de Gobierno, Ludwig Marcial Reynoso Núñez –por tanto la máxima autoridad reguladora en materia de transporte público, más incluso que la propia Dirección Técnica del área-: hay vicios añejos en un sector que, por décadas, también sirvió a viejas estructuras de pasados gobiernos, con quienes había connivencia benéfica para ambos dependiendo los contextos electorales y hasta sociales; un sector mayoritariamente consolidado con acuerdos bajo la mesa en los sexenios estatales del PRI y del PRD, que simplemente han operado como quieren, que presionan impunemente a la hora de exigir aumentos en el precio del pasaje, que también se ha prestado al acarreo electoral y al voto corporativizado para después cobrársela a quien haya ganado una elección.

Por supuesto, lamentable y condenable lo que ha ocurrido con las víctimas que incluso han sido asesinadas en este marco de descomposición del sector transportista en Chilpancingo, pero estos tiempos extraordinarios requieren acciones y voluntades extraordinarias, en primer lugar del propio sector transportista, de la que se reitera: no toda puede considerarse cómplice o conflictiva, pero se está ante inmejorable oportunidad para que se convoque a un proceso profundísimo de transformación y mejoramiento del sector en la capital del estado, precisamente para erradicar a viejos liderazgos que se venden políticamente al mejor postor y que incluso –como lo señaló el secretario de Gobierno- han acaparado permisos y placas afectando con ello la democratización en el proceso de beneficio que debiera ser para todas y todos quienes integran ese sector.

Estos tiempos de violencia, de divulgación de psicosis desde el anonimato, incluso de versiones sobre la posible colusión de ciertos grupos del transporte local con el crimen organizado –un tema que se ha explorado muy poco de manera pública- hacen necesaria la intervención del Estado para acabar con tantas décadas de libertinaje en las maneras de operar de un pulpo transportista opaco, intocado por años, exigente, sin cambiar en beneficio común, sin estrictas regulaciones.       

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