París, el espíritu de Francia

José Rodríguez Salgado

Saludo y felicito a la maestra Virginia Vásquez Sánchez, por su cumpleaños.   

Por estos días la afición deportiva del mundo se orienta a la realización de los Juegos Olímpicos de París 2024. México se regocija por la participación de sus atletas y especialmente por el triunfo de algunos que han conquistado las disputadas medallas. Esperamos que al término de la justa mundial los resultados sean multiplicados y el retorno de nuestros deportistas corone la satisfacción de sus familias. Se habla también con admiración de la historia de la ciudad sede, de los innumerables sitios de interés turístico para los miles de visitantes que disfrutan los arrecifes de la conversación, rompen todos los abismos del silencio y hacen gala del privilegio de estar en la bella y atractiva París, capital de Francia, país con arte, cultura, historia, que ha aportado al mundo innumerables ejemplos de progreso, perseverancia y esplendor en todos los sentidos.          

En efecto, los primeros embajadores del genio francés que estimularon con el impulso de su avanzado pensamiento, el germen revolucionario y los movimientos de liberación de los pueblos americanos, fueron René Descartes, en el origen y luego Voltaire, Juan Jacobo Rousseau y Diderot; alentaron la avidez de Fray Servando Teresa de Mier, la agudeza y humanismo del cura Miguel Hidalgo y Costilla y la predestinación de don José María Morelos y Pavón. Sus reflexiones sobre aquéllos libros, que entonces provocaron movilización e inquietud, entre los que se encuentran también los Enciclopedistas, son un vivo testimonio y referencia obligada de nuestras alianzas originarias y de afinidades libertarias.

Tenemos presente a ese gigante de las letras y de la inteligencia de Francia, Víctor Hugo, a quien México recuerda con profundo agradecimiento. Su presencia en nuestra historia no puede desligarse de la de Benito Juárez, que siempre tuvo de su parte la certidumbre y la razón histórica. El humanista y escritor francés recordaba en su carta a los hombres de Puebla, que en la bandera tricolor de la República Francesa se leía: Libertad, Igualdad, Fraternidad y añadía “debían prevalecer los valores de la nación”.     

Francia y México han coincidido en los valores y principios políticos que son piedra angular de la historia contemporánea de nuestras naciones. El arte, la literatura y el pensamiento de Francia contribuyeron también a definir el perfil de nuestro país. La filosofía y el ejemplo de la Revolución Francesa están en el origen de la nación mexicana. Las ideas de la soberanía popular y de la ley como expresión de la voluntad general, en suma, la concepción republicana del Gobierno, son magnas aportaciones del país galo a la lucha de todos los pueblos por la libertad que México hizo suyos y les dio sentido propio.            

México siempre se ha enorgullecido de ser amigo del pueblo francés; ha sido mucho más grande la admiración de los mexicanos por ese país, que los lamentables errores de Napoleón III, cuyo ejército fue derrotado por las armas nacionales. En las relaciones de ambos países hay mejores recuerdos. En el Instituto Francés en su afán de universalidad se han abierto desde hace más de dos siglos a ilustres representantes de las culturas extranjeras. Por ejemplo al poeta y diplomático Dr. Jaime Torres Bodet, Secretario de Educación Pública, Embajador en París y Director General de la UNESCO, quien fue miembro asociado de la Academia Francesa de Bellas Artes.            

Arqueólogos franceses descubrieron fabulosos vestigios de las civilizaciones que conforman el México moderno. Guillaume Dupaix hizo el inventario de las ruinas de Palenque y Mitla. Henry Baradere, publicó la obra “Antigüedades Mexicanas”, Paul Rivet, autor de la obra “Ciudades Mayas”, quien fue maestro de Jacques Soustelle cuya presencia en la Academia Francesa es el símbolo más brillante de la sabia pasión que México ha sabido inspirarle a Francia. La cooperación intelectual y cultural; el Liceo Franco-Mexicano, nuestras Alianzas Francesas, el Instituto Francés de América Latina y el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, son fieles testimonios de las positivas relaciones de los dos pueblos. 

Jacques Soustelle y su esposa Georgette, lograron el milagro de identificarse con México desde su juventud. En 1935 visitaron la Selva Lacandona, entonces de difícil acceso y trabaron con los herederos de los descendientes mayas plena empatía. Escribieron “La vida cotidiana de los aztecas” y “México tierra india”. Ese es el país en que nuestros deportistas mexicanos compiten con orgullosa gallardía. Felicidades a todos los participantes.       

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