Más cercana la alternancia municipal

La ciudadanía votante chilpancingueña habló el 2 de junio y, en concreto, reprobó a la administración municipal actual y se decantó por un joven de la ciudad, con carrera pública-política aquí, en su tierra, que se alista para la toma de protesta y empezar a ejercer como presidente municipal desde el 1º de octubre; para ello, se ha visto a Alejandro Arcos Catalán –ganador de la alcaldía con la coalición PRD-PRI-PAN- encabezando desde ahora reuniones con diversos sectores productivos, económicos, comerciales, deportivos, estudiantiles y de profesionistas, que seguramente, a su vez, tendrán mucho que aportar no sólo para el mejoramiento de la capital, sino para su rescate, incluso para su urgente salvación, dadas las condiciones en que recibirá el por ahora alcalde electo.

Eso sí, el joven edil electo, próximo constitucional, ya deberá tener mucho más en claro en qué situación administrativa y sindical, hasta política, va a encontrar el ayuntamiento, para inmediatamente encabezar los esfuerzos en esta ciudad sede de los tres poderes del estado, ahora convertida en un muladar donde se priorizó la ostentosidad para eventos populacheros, de poca importancia real para el desarrollo de Chilpancingo, con meros fines populistas y de intento de continuación en el poder municipal, lo que finalmente se vio que no se logró y que Norma Otilia Hernández Martínez, la alcaldesa reprobada en las urnas por sus gobernadas y gobernados, no está teniendo de otra que entrar al proceso actual de entrega-recepción, trabajos obligatorios e institucionales -se reitera- que deberán ser estrictos y clarificadores financieramente hablando, porque parece que no hay concordancia entre el presupuesto etiquetado anual para la población chilpancingueña respecto al estado en que se va a dejar a toda la ciudad, desde la zona urbana en completo abandono hasta en las comunidades, históricamente en rezago, con alguna que otra obra municipal, pero que finalmente no acabó con estar conforme con esta administración saliente.

Ahí está de hecho el ejemplo con el movimiento segregacionista que han promovido, ya oficialmente, ante el Congreso local, comisarios y pobladores organizados de las subzonas del valle de El Ocotito y la Sierra, donde se dicen cansados de los maltratos, desaires y hasta claras desatenciones de la propia alcaldesa ahora ex morenista, quien seguramente no tiene completamente la responsabilidad de la gestión del nuevo municipio –tentativamente denominado Gral. Julián Blanco-, pero sus tres años de administración apuraron el enojo y las ganas de conformarse en una gestión que sigue avanzando, y que por supuesto deberá atender, dentro de sus facultades, el próximo presidente municipal, en este caso el perredista de origen Alejandro Arcos.

Buenos y necesarios aires de cambio se perciben en un Chilpancingo que, de nuevo, votó por dar otro giro a las maneras de gobernar en el palacio municipal;  confirmado ahora que se tuvieron tres años prácticamente en el limbo, con mucho más retrocesos que avances, tocará al alcalde ahora electo poner todo su esfuerzo, empeño, inteligencia y gestión para al menos recomponer algo el camino, que actualmente se ha desviado entre la ocurrencia, la polarización, la prepotencia, la incompetencia y el ejercicio poco claro del presupuesto municipal. Pasan los días y Alejandro Arcos, más que nadie, sabrá a lo que se va a enfrentar, ojalá cumpla con las expectativas de cambio para bien que necesita la ciudadanía.

 

 

 

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