Cambio o continuidad
En el panorama político de México cada inicio de año representa una oportunidad para reflexionar sobre el rumbo de nuestra nación.
Las decisiones políticas, económicas y sociales que se toman desde las instituciones de gobierno no solo marcan el presente, sino que también definen el futuro de millones de mexicanos.
La política mexicana vive momentos de transición constantes, y en 2025 no es la excepción. La actual administración se enfrenta al desafío de mantener sus compromisos de transformación social, mientras lidia con la presión de grupos opositores, sectores empresariales y, sobre todo, las exigencias de una ciudadanía más crítica y participativa. Sin dejar de mencionar la severidad de la deuda pública.
La gobernanza tan importante nos plantea uno de los mayores retos a que se enfrenta el país: la consolidación de políticas públicas que reduzcan las brechas sociales y económicas. Si bien programas como las becas para estudiantes, los apoyos a adultos mayores y los incentivos a pequeños productores han tenido un impacto positivo en ciertas comunidades, persisten problemas estructurales como la desigualdad visible, la inseguridad que aumenta día a día y la corrupción galopante.
La inseguridad sigue siendo la espina dorsal de nuestras preocupaciones. No importa si uno vive en un pueblo pequeño o en la metrópoli más grande del país; la violencia, el crimen organizado y la falta de acceso a la justicia afectan por igual a todas las capas sociales.
¿Qué hará el gobierno para garantizar la paz? ¿Hasta dónde llegará la coordinación propuesta por nuestra primera Presidenta entre las fuerzas federales, estatales y municipales?
Por otro lado, la política energética se ha convertido en un tema de debate constante. Mientras el gobierno insiste en priorizar las energías tradicionales, como el petróleo y el carbón, a pesar de su evidente fracaso junto a Mexicana y el Tren Maya, hay una creciente demanda de expertos y ciudadanos de apostar por energías limpias y renovables que posicionen a México como un líder en sostenibilidad.
Nos hemos convertido en una ciudadanía más crítica. En este contexto, vale la pena señalar un cambio importante: el notable despertar de los votantes. Cada vez más mexicanos alzan la voz desde diferentes trincheras. Las redes sociales se han convertido en una poderosa herramienta de denuncia, debate y organización. Sin embargo, también han dado lugar a la desinformación y la polarización, alimentando discursos de odio y divisiones que no benefician a nadie.
Las pasadas protestas y movilizaciones ciudadanas en defensa del INE, por ejemplo, muestran un claro mensaje: los mexicanos estamos vigilando de cerca el actuar de quienes nos representan. Queremos elecciones transparentes, gobiernos honestos y un respeto absoluto por las instituciones democráticas que tanto nos costó construir.
En cuanto al papel de las mujeres en la política de nuestro país, no podemos dejar de reconocer el impacto de éstas en este ámbito. Hoy día, México cuenta con el mayor número de mujeres en el Congreso de su historia. Pero esta representación no es suficiente si no se traduce en acciones concretas. Aún persisten barreras estructurales, culturales y sociales que limitan el avance pleno de las mujeres en todos los niveles de gobierno.
El machismo no solo afecta a las mujeres que buscan liderar desde las instituciones, sino también a las miles de mexicanas que viven día a día la violencia, la discriminación y la falta de oportunidades. La lucha por la igualdad de género no es un tema que deba estar en la agenda política como un accesorio, sino como una prioridad transversal en todas las áreas del gobierno.
Este 2025 será decisivo. Crucial para definir el rumbo del país. Esperamos con ansia el auténtico proyecto de nación que la señora Sheinbaum pueda brindarnos. Hasta ahora hemos visto una especie de forcejeo y medición de fuerzas entre el “Tlatoani” que se resiste a soltar el bastón y dejárselo completo, y sus esfuerzos para enmendarle la plana que por momentos parece gustosa de reescribir.
Como ciudadanos, tenemos una gran responsabilidad: informarnos, participar y crear una conciencia política viva y actuante. Esta no debe ser vista como algo ajeno a nuestras vidas, porque cada decisión que se toma en los pasillos del poder afecta directamente nuestro presente y futuro.
México está en una encrucijada. Podemos seguir por el camino del enfrentamiento y la discusión y arrebatos inútiles, o podemos trabajar juntos para construir un país más justo, equitativo y pacífico. La elección reciente a pesar de los oscuros manejos, no solo estuvo en las urnas, sino en cada una de nuestras acciones diarias.
Que 2025 sea un año de reflexión, pero también de acción. Porque, como bien decía un viejo refrán: “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”.