Desangelado comienzo 

Por organización, logística y presencia de corporaciones civiles y militares, ni hablar: al cierre del Paseo del Pendón y transcurrido el Porrazo de Tigres el saldo que se perfilaba hasta la tarde-noche del domingo era blanco, sin mayores incidentes a pesar de que –aunque se niegue, porque sí ocurrió-, como cada año, se dio la alta ingesta de bebidas embriagantes; pareciera que en menor proporción respecto a años anteriores, pero sí hubo infaltables borrachines en las calles, como puntos familiares donde, en vía pública, se organizó la fiesta.

Así que el saldo se perfila como blanco y eso es una buena noticia, tomando en cuenta que ha habido mucha incertidumbre en semanas previas a la ya iniciada edición 200 de la Feria de Navidad y Año Nuevo, hablando en específico por los temas recurrentes de violencia y las mantas amenazantes hasta en dos ocasiones. Es aquí donde parece que la ciudadanía se expresó y, por ello, se puede hablar de un desangelado inicio de la festividad.

Porque, en efecto, la población faltó a su principal fiesta chilpancingueña de cada diciembre; igualmente al cierre de este domingo se empezó a contabilizar en unos cuantos miles, de 15 a 20 mil, las y los asistentes a las dos actividades festivas de inicio de la Feria. Hay que recordar que en ediciones pasadas el conteo promedio era de unos 100 mil personas de esta y otras ciudades que copaban calles y avenidas en los barrios hasta llegar al recinto ferial de la colonia San Miguelito, colindante a su vez con colonias como Indeco y Los Ángeles donde, también, se habían visto desde autobuses, representantes de danzas de varios municipios y por supuesto miles de visitantes llegados exclusivamente a disfrutar del dominguero inicio de la fiesta religiosa-popular más importante de la ciudad y de las más trascendentales incluso del país, dado su carácter de ser una de las ferias más longevas de todo el país.

Pero ahora, como se demostró desde el pleno recorrido del Pendón, fueron notorios –primero- sí un notable reforzamiento de la seguridad en calles y recintos, lo que sin duda se agradece, como también la ausencia de contingentes danzantes y de un grueso de la población que muy seguramente no salió a acompañar el Paseo del Pendón por incertidumbre y hasta miedo. Asegurar –como tantos usuarios en redes sociales lo están haciendo ver- que hubo baja en afluencia debido a la “prohibición” en la compra-venta e ingesta de alcohol es limitarse a no querer reconocer lo de fondo: que la inseguridad continúa incidiendo en la ciudad, y que hay un ‘nuevo enojo’ por la ampliación del secuestro permitido de las vialidades vitales del centro de la ciudad, como Madero y Abasolo, ahora entregadas al comercio temporal y lo que va sumando a un estrés social que se manifestó este domingo.

Sillas vacías en las banquetas en pleno Paseo del Pendón, una plaza de toros que tardó en llenarse, menos danzantes y una sensación generalizada de que faltó más ante el riesgo por la normalizada violencia en Chilpancingo dieron cuenta del inicio de la festividad popular más importante de la capital, tal vez de todo el estado; sí con seguridad de instituciones y buena convivencia entre autoridades, pero quedó corto el contingente primordial, el que da real vida a la festividad chilpancingueña: sus habitantes y sus visitantes, que han insistido en la atención y garantía de sus prioridades, que no olvidan que hay hechos aún sin esclarecerse.

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